Cielo, cielo
nublado
Por la muerte de
Dorrego
Enlútense las
provincias
Lloren cantando
este cielo”
(recopilación de
Juan Esteban Orlandini)
El General Juan
Lavalle tomó la iniciativa atacando en la noche del 26 de abril de 1829 el
campamento de Pascual Echagüe que custodiaba el Puente de Márquez creyendo que
se trataba de la base en que se encontraba Rosas, provocando con la sorpresa de
esta acción numerosas bajas. Al amanecer del día siguiente las tropas federales
suman unos tres mil hombres compuestos por las milicias de las campañas de
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, se enfrentaron a un contingente de dos mil
hombres compuesto por las divisiones veteranas del ejército que había combatido
en Brasil comandados por Lavalle. La batalla se desarrolló en los campos entre
el Puesto de Alvarez y el Puente de Márquez perdiendo los unitarios la
caballada, tres mil caballos propios y dos mil que habían tomado a los
federales, mientras las tropas de Estanislao López y Juan Manuel de Rosas
utilizan en el ataque técnicas y tácticas
de montoneras para romper los cuadros.
“Lavalle, después de sorprender la guardia que
custodiaba un paso del río Las Conchas, lo atacó con 1400 soldados de
caballería, 500 infantes y cuatro piezas de artillería de campaña, los
veteranos de Ituzaingó hicieron prodigios esa mañana para reducir a los
milicianos de Santa Fe y de Buenos Aires,
en una serie de cargas tan brillantes como impotentes. Desde las 6 de la mañana
se combatió encarnizadamente. En las cargas que llevaron López por la izquierda
y Rosas por la derecha arrollaron y dispersaron a los veteranos” que continuaron resistiendo con “la infantería y artillería unitaria hasta
las cuatro de la tarde, hora en que pasaron al otro lado del Puente de
Márquez”.153
Con estos
resultados, Juan Galo de Lavalle,
guerrero de Riobamba y de Ituzaingó informa a Buenos Aires sobre la batalla
omitiendo que debió retirarse completamente derrotado ante el empuje delas caballerías federales, diciendo sobre el
mismo:
“…dueños de un campo asolado, sin agua y sin
víveres marchamos a buscarlos en el Puente de Márquez, donde permanecimos hasta
las siete de la tarde de ayer”.154
Juan Lavalle |
Un Dragón de la
caballería de Lavalle llega más tarde a la ciudad de Buenos Aires, que los
creía victoriosos y notifica el real desenlace de la batalla. Sobre la táctica
utilizada, distintos historiadores van a consignar:
“…Lavalle, en ese día, arrolló por muchas veces a
la cabeza de tres o cuatro escuadrones, a millares de hombres, que no hacían
más que abrir claros adonde quiera que arremetía aquella columna de bravos. Dos
o tres veces hizo alto rodeado por cuatro mil cristianos y 3000 indios. Que
hacían estremecer el campo con su algazara salvaje, y a una distancia de menos
de dos cuadras de esa turba, mando sacar los frenos a los caballos para que
pastasen. Así ese hombre formidable, a fuerza de audacia y serenidad, sostuvo
la acción por algunas horas hasta que López y Rosas obtuvieron la ventaja de
arrebatar las caballadas de reserva, que asustada por la gritería de los indios
y los tiros de cañón dispararon en todas direcciones”.155
Sobre esta táctica utilizada por Lavalle, acorde a las
utilizadas por los ejércitos europeos, Manuel Gálvez observa
“…Lavalle, que a traído montada su infantería, la
hace formar cuadro encerrando allí la caballada. A López se le ocurre lanzar contra ese cuadro a
varios centenares de caballos en cuyos pescuezos y colas ha hecho atar grandes cueros. Lavalle recibe
a los cañonazos a los caballos del enemigo, pero los suyos que están ensillados
se asustan rompen el cuadro y se desbandan. Y entonces, con lo mejor de su
ejército a pie, derrotado en diversos puntos del frente, atacado con violencia
y eficacia por la caballería santafecina, Lavalle se ve obligado a retirarse”.156
Pedro Lacasa,
edecán de Lavalle, va a ver en esa misma acción y táctica utilizada valores con
los cuales resaltar el temple y las actitudes morales de su jefe, omitiendo
decir que los cañonazos que provocaron la estampida de las caballadas
encerradas en el cuadro formado por la infantería eran efectuados por la propia
tropa en una defensa desesperada, poniendo en evidencia lo inapropiado del plan
de batalla elaborado y ejecutado por Lavalle, que sí dirá sobre la acción
ocultando la derrota:
“la batalla de ayer ha sido gloriosa para
nosotros, aunque sin resultados”.157
Distinto va a ser
el parte de batalla que remite Estanislao López a la Convención Nacional que
comenzaba con estas palabras.
“La causa de los pueblos ha triunfado y el
ejército de la Unión, se ha cubierto de gloria” y continuaba refiriéndose a la vanidad con que
Lavalle había expresado “Buenos Aires
nada quiere de las Provincias, nada, absolutamente nada”, López dice:
“El general enemigo que ha usado hasta el día hablando de nosotros el lenguaje
de la presunción y la arrogancia, fundado, según se decía, en la elevación de
sus conocimientos, en su valor y en la calidad de sus soldados, ha tenido un
motivo para ser más modesto (…) el ha asegurado que no es de la clase de
generales que mandaban tropas en el año 20, atribuyéndole sin dudas, con
injusticia, cobardía e ignorancia; pero el no ha lucido ni su táctica ni su
valor”.
Estanislao López |
Domingo de Oro,
secretario militar de Estanislao López, el día de Puente Márquez, al verlo
avanzar al frente de sus Dragones había exclamado vaticinado el triunfo de las
tropas federales “¡Esto huele a soga!”, expresión que el comandante Yupes
utilizó en un contrapunto cantado ante oficiales de Lavalle dos días después:
“López, Rosas y Quiroga
Y el fraile san Juan Bautista
Se están poniendo a la vista
Porque van entrando en boga;
Y aquel cierto “olor a soga”
Causa mal a los sicarios
Humilde y divino Antonio
Rogad por los unitarios”.158
El desenlace
militar del enfrentamiento que protagonizan
Unitarios y Federales va a ser
anunciado por el Gobierno en un Bando con el título “Proclama de 1829” de esta
manera:
“Destrucción completa en el Puente de Márquez del
cuerpo del egercito amotinado en 1º de Diciembre de 1828 y mandado por el
cabecilla desnaturalizado, salvaje Unitario, famoso asesino de Navarro, Juan
Lavalle. Esta memorable Jornada, en que triunfaron las fuerzas combinadas de
esta Provincia y la de Santa Fe, mandadas por sus invencibles Gefes el
Comandante General de Campaña D. JUAN MANUEL DE ROSAS y el Exmo. Gobernador de
Santa Fe, D. Estanislao Lopez, fue el golpe mortal que arrojo de esta
Provincia, a los Decembristas, estableciéndose después el orden y la
tranquilidad bajo la influencia y prestigio de NUESTRO ILUSTRE RESTAURADOR DE
LAS LEYES”.
Sobre estos
hechos, y los que los desencadenan, vierte tajantes opiniones José de San Martín. Sobre la
responsabilidad de Bernardino Rivadavia y las medidas que toma como desencadenante
del motín del 1º de Diciembre y la derrota de Lavalle en Puente Márquez, se
explaya en cartas que envía a O Higgins el 20 de Octubre de 1827, a Guido del
27 de Abril de 1829 y al chileno Pontezuelos del 22 de Agosto de 1842:
“Ya habrá sabido usted la renuncia de Rivadavia.
Su administración ha sido desastrosa y sólo ha contribuido ha dividir los
ánimos. Me cercó de espías y mi correspondencia era abierta…”
“En mayo de 1823, cuando resolví venir a Buenos
Aires (desde Mendoza) para dar el último adiós a mi mujer se apostaron partidas
en el camino para detenerme como un facineroso” “Sería cosa de nunca acabar se
enumerasen las locuras de aquel visionario creyendo improvisar en Buenos Aires
la civilización europea con sólo los decretos con que diariamente llevara lo
que se llamaba archivo oficial”.159
Sobre la posibilidad de detención del Libertador para juzgado por haber desobedecido la orden del Gobierno de acudir con el ejército acantonado en Mendoza a enfrentar la rebelión Federal del litoral y sin su autorización cruzara a liberar Chile. Estanislao López va a decir que fue: “…haciendo la gloriosa campaña de Chile al no invadir Santa Fe y la expedición libertadora del Perú y pone a su disposición el mando de la totalidad de las fuerzas santafecinas que, si le fuera solicitado por San Martín, concentraría en la posta de El Desmochado para “llevarlo en triunfo” enfrentando a Rivadavia en la ciudad de Buenos Aires.160 José San Martín, que intenta un regreso al Río de la Plata en los primeros días de febrero de 1829 a bordo del Countess of Chichester, sobre el ofrecimiento que le hace el general Juan Galo de Lavalle de alinearse en el enfrentamiento entre unitarios y federales, dice:
“…sería yo un loco si me mezclase con esos
calaveras: entre ellos hay algunos, y Lavalle es uno de ellos, a quienes no he
fusilado de lástima cuando estaban a mis órdenes en Chile y el Perú. Los he
conocido de tenientes y subtenientes, son unos muchachos sin juicio, hombres
desalmados: entre buena gente me había
ido a meter si hubiera tenido la candidez de admitir la oferta de Lavalle”.161